
Mientras la música de Chopin se toca por sí sola, éste, arrepentido, demuele las teclas del piano donde ella fue creada.
Ha sufrido el instrumento, además de su propia muerte, la exterminación del golpe. Y nadie oyó el momento en que dos puños acompañados de materia suficiente, arrebataron su sagrada permanencia.
Después de este suceso el piano, estático, mas con la virtud de causar delicias al oyente, sólo es vivido en el recuerdo bien intencionado; vuelve a vivir sólo cuando se le escucha entero, ahí, en el lugar, en el espacio y tiempo que es el testimonio de sus latidos: la melodía.
3 comentarios:
What a flash... me gustó...
saludos desde el final de las vacaciones... HB
!Vuelta a las aulas, querido Nacho!
muy interessante historia..
susy...
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