jueves, abril 24, 2014

Una mañana extraña 

Salgo a comprar un café y una cajetilla de cigarros Delicados. Bajo el elevador. El guardia me recibe con un "Buen día". Después un niño sonríe; me saluda desde lejos con la mano, como diciendo a la vez adiós.

Pero, ¿qué bicho le picó a la gente?

Calle arriba no pasa nada. La resaca hace efecto, pero no demasiado. El recuerdo de una buena noche mata cualquier dolor, más si se escribieron algunos poemas desde lo más profundo. Reclamaban salir de tajo de una buena vez. La caminata y el sol son buena medicina.

Llego al Seven Eleven, me sirvo un capuchino con la alegría de un loco, todavía mareado. La señora de la caja cobra 49, le doy uno de 50. Pero me ofrece unas galletas, así que son 58. Súmele los cigarrillos.

De vuelta a casa un taxista dentro de su auto canta a todo volumen una canción popular, como si la mañana fuera una fiesta.

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