lunes, octubre 01, 2018


Corazón, punto cero de Pablo Aldaco
Por David Cano
De entrada, el título me parece un gran acierto por parte de Aldaco, más que nada, porque en lo personal, siempre me han gustado las sorpresas y en este sentido el enunciar Corazón, punto cero, me catapultó a campos semánticos muy ajenos al contenido vertido en el poemario.
Hay cierta tendencia inconsciente por etiquetar las plumas según el tiempo histórico que, de una forma u otra, se permea en las temáticas o estilísticas, por lo tanto, es un hecho ineludible pensar que Pablo al formar parte de la generación millennial seguiría esa estética imperante que ha caracterizado a las letras de sus coetáneos. Por nombrar algunos rasgos estilísticos, la apropiación del argot utilizado en el marketing digital. Comparto uno que otro ejemplo al aire, claro, sin afán de hacer mofa a los recursos de los novísimos poetas. Ergo, no resultaría extraño encontrarnos con títulos tales como: Nocturno 01 00 11 0 11 o Alma offline 3.2, de tal forma, que uno imaginaría líneas reiterativas, rasgo común en los poetas de la generación antes citada, porque no me dejarán mentir, pero ya no crea un efecto certero leer al final de un poema la palabra dolor hasta el infinito, matizado por medio de recursos meramente perfomativos, emulo: 

Dolor
                                   Dolooooor
Do
        lor

Pero la poesía de Aldaco no se mueve en esos derroteros. No es descabellado suponer que el título que da nombre a este poemario, ha de ser una muy buena broma por parte de Pablo, pero para no perdernos en meras suposiciones, esto nos lo tendría que aclarar el autor.
Retomando el nombre: “Corazón, punto cero”, en realidad hace alusión a un poema que forma parte de este poemario, después de leerlo toma otra connotación el corpus poético. El punto cero se transmuta en origen y punto de partida, lugar donde debe estar ubicado el detonante de los actos más amorosos. A grandes rasgos, bajo el riesgo de ser reduccionista, el poemario resulta un homenaje a los grandes espacios, incluyendo la ausencia; pues alberga una poesía bucólica con aroma a sal y panorámicas muy de la Baja California.
El minimalismo presente en la obra nos hace recordar a los haikus, es una suerte de carrusel con postales en sepia, donde el poeta lucha constantemente contra la evanescencia y pierde la afrenta, llegando a un estado de resignación que lo enviste con ese halo inconfundible de los ascetas.


  A Pablo los conocemos como músico y poeta, pero después de Corazón, punto cero; Aldaco está trazando muy buenas líneas para devenir en poeta-músico.