Latidos gigantes
Me habías dejado, Dios, pero ahora te siento en la luz, que aunque sea tarde, no deja de bañar los muebles de mi casa. Y en cada rincón, respiro tus latidos gigantes.
Me habías dejado, Dios, pero ahora te siento en la luz, que aunque sea tarde, no deja de bañar los muebles de mi casa. Y en cada rincón, respiro tus latidos gigantes.
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