Decido decirlo sin penas: disfruto de la soledad cada vez que doy cuenta del valor de cada respiro. Cada vez que estoy conmigo. Cuando quiero huir de ese túnel sagrado, lo hago sin éxito. No es necesario. ¿Para qué huir? Es de torpes evadir algo sagrado, algo con lo que siempre venimos, con lo que siempre estamos. No me avergüenzo de la raíz de la vida. ¿A qué le teme quien se avergüenza de su propia soledad?
3 comentarios:
Me encantó este post...LLevo tantos años intentando combatir la soledad qu decidi hacerme amiga suya!!
(: qe bonito esta eso... boen talentoso escribiendo jejeje besos!
bien* qise decir bien! jejejeje :P
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