viernes, junio 19, 2009

Fuera de tiempo
agosto 2008

Y así fue como aprendí a aventurarme, de vez en cuándo o siempre feliz, desdichado; un infante travieso dando saltos, trepando la higuera del patio de la abuela, coleccionando el fruto prodigioso de los limonares; sin saber ciertas verdades obligadas de la vida; sin intentar saltar al vacío aún: ése soy quien fui.

Y así fue como aprendí a pescar en el inestable viaje de un navío naufragando el Mar de Cortés, cuando primero respingué al sol, una mañana cualquiera, ignorando lo que deparaba; cuando después sonriente, viento en popa, dominaba al pez que tiempo atrás había soñado; ése fue un momento crucial, donde me supe apto para la voluntad de mis voluntades e inepto para mis debilidades.

Después, vino Sudcalifornia, el mar exquisito del Puerto de Ilusión. Difícil olvidar su malecón que renombra a la nostalgia. Mera magia o maravilla, me digo. Sus playas, sus crepúsculos, son un regalo imposible de despreciar:

Adormilada canoa
Sumida entre las aguas nostálgicas
De nuestro paceño puerto.
Ruegas por no estar atada al muelle
Persignándote y conciliándote con Dios
Cada vez que el miedo te acecha en sus noches.
Y Dios, quien tomará palabra fija de tu destino, te desliza.



Y así es como el recuerdo viene siendo resultado unánime, túnel diferente, aliado de los tiempos, fiel. Cuento cosas del pasado, como antes fue presente. Gana el presente, inquebrantable, como melodía de compases, que no se cansan de marchar.

No hay comentarios: