Vagabundo
El vagabundo orina las paredes de mi calle, colma de rayas pensamientos, sobre el muro más blanco y virgen que ha podido verse
El vagabundo ríe a horas elevadas, salta en carcajadas; vuelve a su aposento, cuando le apetece el sueño que le conduce a la ausencia
El vagabundo gime de alegría dolorosa, forja hierba en botes de aluminio, convida a los infantes que hechizados huyen del aliento
El vagabundo de mi calle llora y nadie entiende la razón de sus delirios, ni siquiera él mismo, ni quien creamos que lo sepa.
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