lunes, abril 25, 2011

Diana Cazadora

Como polvo invisible, te vas cuando te toco, hechizo de fuego. Mirada que penetra el vacío del cuerpo. En tu piel, musa de mis honduras, está el viento; condúceme a la tierra, adonde los ángeles con su poder subliman lo profundo de los cielos. Desciendes de los aires, detrás de las sombras que no veo. Tú, colmada de deseo, cantas con el arpa de la Diana, inspirando a los mortales música, como cántaro que llega a los sedientos.

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