sábado, julio 19, 2025

 Rock en los pasillos


📸 Una fotografía del periódico El Imparcial de Sonora, México, mi tierra natal, tomada durante mis años de secundaria en el Instituto Vanguardia.
A la izquierda, la maestra Zulema de computación —quien, alborotada, me pedía que la mencionara en el micrófono durante los festivales masivos de la escuela-, donde más de 200 alumnos presenciaban al grupo de rock juvenil comandado por el maestro Francisco Soqui, del cual quien les escribe era el vocalista.
Cuando finalmente la nombraba, ella reafirmaba su orgullo con una sonrisa amplia, mientras una ola de estudiantes chaparritos la vitoreaba con entusiasmo.
A la derecha, el director, dándome la mano, tras ganar un concurso de canto.
Cada festival o fecha especial —como el Día de Muertos, el Día de las Madres, Navidad, etcétera— era un gran pretexto para que los estudiantes saliéramos de las aulas y de la rutina académica, a expresarnos libremente, unidos en un solo y único ritual musical.
Era curioso ver cómo algunos maestros, considerados serios, terminaban bailando desde los pasillos donde contemplaban el espectáculo.
Porque eso era lo que hacíamos Los Minisoquis: un verdadero espectáculo, una fiesta para todas las edades.
En esa fotografía tendría unos 12 o 13 años. Por entonces aún usaba solo mi apellido paterno. Ya tocaba algunos acordes de guitarra, pero la voz siempre fue lo primero.
En el grupo musical cantábamos canciones de Los Creedence, Bon Jovi, Kansas, Enanitos Verdes, Maná, La Maldita Vecindad, Los Apson, Soda Stereo, entre otros.
Éramos chicos, pero sonábamos con fuerza. Como si ya supiéramos que algo en nosotros quería quedarse en el escenario.

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