Cuando la estupidez no roa las mismas superficies,
los mismos espacios,
las mismas veredas,
nuestros impulsos diluirán hasta,
por fin, que el mal haya cesado.
Y las resquebrajaduras de lo ingrato
que resulta respirar, hablarán por sí solas,
condolientes, de luto por la muerte de la libertad.
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