viernes, septiembre 22, 2006

Quinto día

Una bitácora como la vista, ciego leyente como yo, arma lo que fue tregua. El accidente de haberse creado, fundamental que ha sido. Aquí se desbordan los ríos rojos del que tiene menester de propagar cualesquier cosa alguna.

Mientras en todas calles se oyen gritos burlescos al quehacer, en otras todas calles apologías que se oyen. Y no hay quien pare ambos lados, ambas banderas, ambos extremos. Ni triángulo ni rombo que sea el manifiesto de estos dotes. Sólo el clarear de un día descreído o la luz que fulmina la desacomedida marcha del soldado.

Compasión y piedad en atenderle, migaja alguna de silencio súplicas, que opacan gritos los últimos aullidos.

!Ahora golpeteo el traqueteo de la lira embrutecida!; !Y los golpes, que tan golpes, cuantos golpes golpeteen!