viernes, diciembre 06, 2013

Montevideo y sus paisajes
(Parte 1)

Llegando de un hermoso paseo por el Parque Rodó de Montevideo, donde hay una feria del libro. A punto estuve de comprarme uno de Ray Bradbury y otro de Borges, pero siempre me resisto ante la consumación de un acto.

Contemplé los árboles, el lago, el pasto,  el cielo, las alturas. Tan siempre feliz y solitario.

Una mina con leggins pasea a su perro y arroja a la distancia un palo, que luego la mascota devora.

Un payaso callejero atrapa las carcajadas de los niños.

Los muchachos fuman en la plaza cigarrillos de marihuana, conversan mientras escuchan tango, y la policía los mira. No importa: su consumo no está penado.

Nunca falta el mate y el termo con agua caliente, algo más que común en los del Río de la Plata.  Montevideo,  una ciudad colorida y llena de nostalgia, comienza a saciar mi sed de vida.

Cerca, en la Facultad de Arquitectura,  los estudiantes se reúnen en el bar de al lado,  "El Farolito", después de la última clase.  El día no ha acabado. ¿Qué más falta?

Caminé también por la rambla. Frente al mar, los chicos juegan hockey. Son las 10 40 de la noche. No hay complejos a la vista.

Un pájaro se pierde en la profundidad, al filo del Mundo. Sus alas arden de ternura.  Añoran el regreso,  pero extrañan el lugar de donde no se han ido.

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