martes, julio 29, 2025

San Carlos en días inciertos


Una postal tomada en San Carlos, Sonora, cuando el bicho que nos encerró, penetraba la atmósfera y paralizó a todo el mundo.

Algunos negocios quebraban, otros lograron resistir. Tuvimos que despedir con pesar a no pocos de nuestros seres queridos. Nuestras bocas estaban cubiertas de una tela enmascarada; de los besos, ni hablar. Daba la sensación de que el cariño se había vuelto un riesgo.

Afuera, las olas del Golfo de California parecían murmurar más solas de lo habitual. Pocos turistas, pocos bares abiertos y lugares restringidos. Una mezcla de prevención, paranoia e incertidumbre se instalaba en nuestras conciencias.

Desde esas épocas, el mundo no volvió a ser exactamente el mismo.

sábado, julio 19, 2025

 Rock en los pasillos


📸 Una fotografía del periódico El Imparcial de Sonora, México, mi tierra natal, tomada durante mis años de secundaria en el Instituto Vanguardia.
A la izquierda, la maestra Zulema de computación —quien, alborotada, me pedía que la mencionara en el micrófono durante los festivales masivos de la escuela-, donde más de 200 alumnos presenciaban al grupo de rock juvenil comandado por el maestro Francisco Soqui, del cual quien les escribe era el vocalista.
Cuando finalmente la nombraba, ella reafirmaba su orgullo con una sonrisa amplia, mientras una ola de estudiantes chaparritos la vitoreaba con entusiasmo.
A la derecha, el director, dándome la mano, tras ganar un concurso de canto.
Cada festival o fecha especial —como el Día de Muertos, el Día de las Madres, Navidad, etcétera— era un gran pretexto para que los estudiantes saliéramos de las aulas y de la rutina académica, a expresarnos libremente, unidos en un solo y único ritual musical.
Era curioso ver cómo algunos maestros, considerados serios, terminaban bailando desde los pasillos donde contemplaban el espectáculo.
Porque eso era lo que hacíamos Los Minisoquis: un verdadero espectáculo, una fiesta para todas las edades.
En esa fotografía tendría unos 12 o 13 años. Por entonces aún usaba solo mi apellido paterno. Ya tocaba algunos acordes de guitarra, pero la voz siempre fue lo primero.
En el grupo musical cantábamos canciones de Los Creedence, Bon Jovi, Kansas, Enanitos Verdes, Maná, La Maldita Vecindad, Los Apson, Soda Stereo, entre otros.
Éramos chicos, pero sonábamos con fuerza. Como si ya supiéramos que algo en nosotros quería quedarse en el escenario.

jueves, julio 17, 2025

Instantes antes del exilio


Aquella tarde me encontraba a punto de regresar temporalmente a Hermosillo, pues mi madre necesitaba el apoyo de sus seres más cercanos por motivos de salud. Afortunadamente, con el tiempo ha recuperado su bienestar de manera impresionante.

En la fotografía pueden verse algunas cajas llenas de libros y obsequios que confié a distintas personas para que los guardaran el tiempo que fuera necesario. En ese momento, yo desconocía que mi regreso a mi departamento sería por tiempo indefinido, y por eso decidí rentarlo, buscando cierto respiro económico.

Tras pasar unos meses en mi ciudad natal, me mudé por una temporada a Tijuana, Baja California. Esa etapa me permitió estudiar, escribir, cantar y contemplar. Los vientos del Pacífico tienen una calma inversamente proporcional a sus olas bravas. Dato curioso: en Tijuana, jamás escuché rugir el cielo durante las tormentas, por más que lloviera.

Después de esa experiencia, tomé la decisión radical de volar al sur del mundo: a Buenos Aires, Argentina, donde ahora me encuentro.

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