miércoles, marzo 30, 2005

De acentos y regiones diversas.

Son los distintos vientos los que nos hacen diferenciarnos de los de hasta breves distancias. Por ello los acentos de las voces humanas cambian a medida que los pasos viajan hacia otras tierras, al igual que las costumbres y culturas. El oído de un fuereño oye extrañadamente los acentos de voz que no le son comunes, y su lengua juzga crítica la diferencia. La aparición de la rareza se debe a la aparición de cosas nunca antes experimentadas por nuestros sentidos. Es por ello que la extrañeza se refleja en gestos y actitudes: el azoro como producto de ver, oler, probar, sentir o palpar algo nuevo. ¿De qué forma reaccionaremos, humanos hermanos míos, cuando vivamos la muerte, que es sin duda extraña?, ¿en nuestros rostros se verán reflejados dementes gestos?

Viajando por el tacto de distintos fonemas del mundo he llegado a la conclusión de que el francés logra ser afamado y consentido debido a que es visto como un idioma que representa amor, elegancia y dulzura; el alemán nos suena grotesco a los oídos, es seco y tan sólo una agresión en este idioma puede llegar a ofendernos más que de costumbre; el acento chino hace reír nuestras risas, pues la fluidez para hablar de quienes lo hablan es rápida y fugaz; el de un yucateco nos transmite la autenticidad de las raíces mexicanas; el español nos recuerda a “La Conquista”, enfermedad de la cual actualmente sufrimos la secuela en México: moralismo radical, religiosidad de sobra y auto-racismo.

Una experiencia con extranjeros:

Me encontraba tecleando en el computador de un “Café Internet” de la ciudad de la Paz, Baja California Sur. Mi ánimo era bueno, por lo que decidí reproducir en la disquera de la misma máquina un compact disk que traía a la mano, aprovechando que no estaba prohibido hacerlo. A mi lado, se encontraba una amistad. A ella, debido a algunos fallos cerebrales que no podrán salírsele nunca, se le ocurrió la mala idea de subir a todo volumen la canción que oíamos. Véase que no había necesidad de hacerlo, pues la canción de Dire Straits, grupo de rock, estaba sintonizada a buen volumen. De pronto, antes de disminuir el volumen para no disturbar a la gente del lugar, unos argentinos -recordemos su fama de neuróticos- que estaban en la mesa contigua, nos voltearon a ver con una cara indignadísima diciendo: “¡Rola de mierd...! Y bueno, creo que mi amistad exageró en subir de volumen la canción que escuchábamos, pero ellos lo hicieron más aún.

***Texto que será publicado el domingo próximo en el periódico Cambio Sonora. Posted by Hello

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Por fa, comunicate por correo: alejandraolay@hotmail.com
Tengo dos propuestas super indecorosas que plantearte...por otra parte, te invito a visitar el blog www.revistamarras.blogspot.com
Va

nacho dijo...

Juan P: checa el post de Daniel Salinas sobre tu post acerca de los escritores chovinistas... Saludos.