sábado, septiembre 17, 2005

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Ya viaja raudo
El último mensaje,
Punzante,
El rumor de parda esencia,
El provinciano
Que como buen latín palabra dice,
Ofensivamente el súbdito
Del que reina en el centro
Y del que sabe de diversas fuentes del pensar.
Y de acuerdo estoy en que seamos súbditos nosotros de provincia,
Y no de acuerdo,
Y a veces lo contrario,
Y no nació de la palabra lo que significamos
Por sólo el hecho de su existencia;
O sí nació de ella,
O todo será,
O todo fue,
O nadie sabe,
O no es sabido nada;
Pudo haber sido su naturalidad fatua
La que ha inclinado a nuestras almas a perdición superflua,
A ser exentos en pruebas vanas;
Aquí es cuando llega la vergüenza directa,
El laso cortante,
Los que por estas tierras nacimos y aún infantes somos,
Todos
Hemos coincidido en singular maña:
Tiras al aire,
Al tímpano del tercero,
A sus mentes aún pulcras antes de la ofensa,
No importa de qué casta ni de qué ventiscos aires gélidos
Provengan estos inocentes,
No importa de qué espíritus benignos
Ni de cuan ajena es su persona
Del saber nuestro:
El último rumor del ser cualquiera que ha pasado en calle
Lagrimando por su pérdida dolida,
Por su perpetua condena inocente;
Y nosotros, los malditos,
Aquellos verdaderos destructores
Fisgoneando sin bujía,
Navegando subterráneos.

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