jueves, febrero 09, 2006

Anectandotolario

1
Tras haber acudido al café de los encantos, donde mi inspiración actual es nutrida -debido a la presencia de quien he descrito en párrafos anteriores-, llego con la suficiente energía para escribir a pulso firme las vivencias de esta noche. Para usted es que son estas letras de madrugada, señor o señora de ojos cuates; aunque especifico que también lo son para uno de la pluma, pues la diversión parte de quien suelta las palabras al vacío y no de quienes las reciben.

2
Estuve en Sanborns, cafeceando y leyendo un libro barato -de precio, no de calidad- de Adolfo Bécker, poeta romántico de ilusiones y amores imposibles. No pedí descafeinado, aguanté con dos cargados, mas sólo dos, pues de haber sido más los consumidos, me hubiese entregado al más grande de los sopores mucho más tarde de lo que ahora es. Las letras de Bécker -recuperando el tema que parecía perdido- hicieron recordarme: soy un total idealizador en el amor, vivo inmerso en la ilusión, igual que él.

3
Fernanda, la epiléptica, sufrió su tercera crisis en los que va de su enfermedad; cayó a los suelos repentinamente, impetuosamente, derrepentemente. Navalles, el psicoanalista, de inmediato -para que ésta no se mordiera la lengua- metió los dedos en su boca, pero ésta le mordió aquéllos, haciéndolos chorrear cuantiosa sangre. El pobre tuvo que ir después de los hechos a la farmacia más cercana para sanarlos con curas.

4.-
Es cursi que diga que oigo la lluvia, mas no le quita lo verdadero: llueve aun tenuemente en esta ciudad, Ciudad del Sol.

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