lunes, mayo 05, 2008

Carta al destructor de cosechas

No voy a perdonar lo que tu mente aquella vez ordenó a tus manos. Ellas destruyeron aquella cinta que tanto quiero, del gran Sabina. Todo estaba planeado, lo sé, para que cuando después de que tú -con gusto falso- me ofrecieras oírla, yo viera demolido ese material que, con mayúsculas:
ENVIDIAS.

Pudiera perdonarte, haciendo caso omiso a tus patologías. No me gusta reprochar, pero ahora es cuándo... y con justificación. Amo las letras, pero más amo la entrega. Sin embargo, gran amigo, eso no significa que algún día -más pronto que tarde-, vuelva a tenderte mi mano.

No hay comentarios: