miércoles, agosto 26, 2009

Ausencia no te vayas

A veces, cuando de prisa descorro las cortinas para ver si ya se ha ido el tiempo que deseo y alcanzo a mirar el ínfimo rayo que queda del día, me acuerdo de los tiempos pasados, donde existía aquello que extraño ahora. Era yo el mismo cuerpo de sangre y no el que ahora se refleja.

En la ciudad que despedí me mantuve vivo entre reglas, horarios caprichosos, festines y familia. Los espacios, al igual que los trayectos, eran digeriblemente cómodos; no se oía mucho el ulular de las terribles ambulancias ni tampoco percibía aires fríos que me involucraran con las añoranzas.

Cada vez se acentúa más el filo del Ayer. No en vano me encuentro donde escribo, apartado de quienes marchan. Aunque sea por un momento. La llama de los ánimos arde de orgullo, alardea. Mantiene pausas, sentencia inviernos. Justo estoy pensando en ti, Ausencia, no te vayas.

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