domingo, octubre 02, 2005

Elías el trovador.

En una silla está sentado el famoso y bello trovador; rasga y aguarda los timbres venideros, vívida furia que al tímpano enciende y avisa los hechos de una jornada. Y de repente los sonidos de la lira que sus hombros cargan, atraen las almas de lejos y de cerca y las hacen acercarse como el gato de instinto curioso que olfatea lo aún desconocido. Ríen ya más acercadas éstas y aplauden cuando el cántico primero, segundo o tercero, ha tirado al aire sus acordes. Y en las caras del remolino de aquella turba: los gestos de tristeza al recordar en una pieza su amor divino, su imposible amor, un lago invisible.; y los gestos de dicha por permanecer inmersos en tan especiales aguas recuerdan el caos del origen universal.

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