lunes, octubre 24, 2005

P.

En donde son publicadas letras no existe cotidianeidad alguna ni son transcritos los versos que el habla y los pensamientos espontáneos contienen. Es así que el hartazgo de nuestros receptivos tímpanos, compañeros del orbe, simboliza también un rey sin corona ante la cínica tarea literaria. Porque al pulir un fruto que era absurdo o incongruente se percibe –por tanto es- la natura, una sensación de eternidad.

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