jueves, mayo 28, 2015

El castillo del Príncipe

Y de repente, llega la Poesía con sus alas a avivar el castillo del Príncipe.
Como un rayo puro y sin denuestos, llega abrigada de ofrendas, para el poeta niño que olvidó la lengua.

En la cueva, el silencio era tan vacío, tan lúgubre, que pasaba todo como si no hubiera una esperanza, ni un sólo brío ni soplo de buenos augurios. Ahora, un vigor, casi divino, lo puebla. Siempre hay un tiempo en que acaba la tormenta.

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