lunes, junio 13, 2005

Julio de 2004

Sentada de esa forma
no podrás resistir el rayo
de la luz omnipotente
que te gasta las mejillas
y te escurre fuerte el polvo.

Desenfrena tu premura
A la cabalgadura del día,
Aguardando mi sombra y mi reflejo
A la llegada de la vida;

Evoca la lucidez del recuerdo
trayendo a tu memoria
las noches que vendrán,
los divinos frutos
donde mis ornamentos
habrán de darse.

Así, alegre tú,
podrás ver las sombras
Del rey que te soy,
La rosa en el calor,
La furia del amor,
el abrazo del cariño;

Junto al trasnoche
De tu cuerpo envuelto
Percibirás los aires
Que el alma suelta
A cada escondite,
La mañana floreciente
De blancas flores,
El veneno ausente
En la belleza desmedida.

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