Desnúdate para los ojos muertos del deseo. Así, como la noche donde tú fingías el sueño y yo, aprisionado, bajo el impostergable deseo que al viril le caracteriza, te apergollaba tanto hasta el hastío. ¡Siempre la noche, fruto de los dos cuerpos! A veces pienso que el mundo fue creado una noche, una noche donde el aire de abundante pureza, transparente igual, tornó la divinidad terrestre.
1 comentario:
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