Extraña ciudad
Caminaba en una extraña ciudad. Observaba prostíbulos, bares, centros de diversión, con una mochila que pendía de mi espalda. Dentro de ella llevaba un ajuar azul y un que otro amor resquebrajado por el tiempo y la ilusión. Fue entonces esa tarde que descubrí que soy todo lugar y todo tiempo. Al salir de aquélla lloré, grité a los cuatro vientos, y entonces supe que este mundo es sueño, como ya lo dijo Calderón.
1 comentario:
satori urbano entre vicios y virtudes ajenos...
Raro sabor :P
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