sábado, agosto 06, 2005

Sabadito en ciudad de México.

¿Qué se me ofrece?: divertirme. Bien, le concederé su deseo, querido amigo. Gracias, querido que me dice querido. ¿Adónde te llevo? A donde vive aquella alma que me deja perplejo; y no me diga que no sabe dónde diablos vive; vaya allá, que usted me ha demostrado no ser un estúpido, ¿o miento?. No, por supuesto que con gran certeza sé dónde vive aquél; !ya lo llevo! Perfecto.
Y las luces de las voces se apagaron desde ese momento.
Cuando llegué al susodicho hogar no toqué la puerta, mejor rompí aquélla, así mi presencia ante la presencia de éste iba a resultar inesperada, enigmática, original, igual a emocionante.

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