Ayer, cuando hube concluido de escribir por la noche el texto que según yo iba a publicarse satisfactoriamente en este blog, listo para que los lectores sin algún inconveniente me leyeran, oh triste realidad que el sistema internético decayó: en cuanto di click en "publicar" con el botón izquierdo de mi ratón, la operación no pudo realizarse y este problema me condujo a una de esas enfadosas páginas que anuncian: “La página no puede mostrarse debido a algunos problemas presentados con el servidor, es necesario que lo intente más tarde, bla,bla,bla...” Aún con una ligera esperanza, desesperado, traté de recuperar el texto, intentando retroceder a él dando clic en la opción “regresar”, mas “ya era demasiado tarde”. Descansaba desde esos momentos en paz lo escrito, en la basura de un recuerdo ininteligible. Es aquí donde manifiesto la idea de que aún la Internet tiene sus garrafales defectos, que no es por completo el sueño dorado de las almas exigentes.
Hago mención de esto porque ya llevaba escrito cuando menos más de una cuartilla. Debí haber redactado en Word primeramente el texto y luego después trasladarlo a la página donde se publica para, así tentando su seguridad y no su perdición. Pero, ¿habré escrito de oquis? Esto me lo cuestioné por la mañana. Sin embargo a los corajes que pasé, mi respuesta es no, puesto que al fin y al cabo ejercité en mayor o menor grado mis neuronas, aún la evidencia haya sido borrada del papel; ¿borrada del recuerdo?: no. Ya vemos la Internet también como caliente es fría; que no perdona, como la muerte.