sábado, julio 09, 2005

Contándome a mí mismo.

Me gusta tomar Cocacola por las noches, sentarme en la silla de mi cuarto y pensar. Cada pensamiento es una puerta que el trazo suele indicarme. Por lo regular caigo en redes de laberintos complejos. Los pensamientos de conexión acumulativa me incitan a la locura; quisiera no dejarlos entrar. Dicen que la paranoia incrementa el nivel intelectual debido a un factor incondicional que se carga: la imaginación.
Sigo los consejos de Cavafis: cada vez detesto más las relaciones humanas -Cavafis aconseja procurar no tropezar con las "estúpidas relaciones humanas"-; la mayoría de ellas no tienen calidad, la minoría sí. Opto por estas últimas. Uy, pero !qué tan pocas son!. En fin, suelo ser ermitaño por rachas y me sirve.

La gente aquí en Hermosillo suele emborracharse hablando de carros. Como los hombres son los machos, ellos sí pueden tomar, las mujeres, inocentes e inofensivas, no. Las doñitas que van a la iglesia se perfuman demasiado. En las fiestas siempre alguien sale peleándose -de no haber sucedido esto no es fiesta-. La fuerza radica en los huevos del viril.

Me gusta a veces quejarme, porque me divierto.

La vida es un juego.

Lo sé.

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