sábado, julio 16, 2005

Lo veraz.

Un día paradisíaco transcurrió, Dios, bajo la luna. Un horizonte: ¡¿qué horizonte velado de los más inmundos desbordamientos?! Me hube embrutecido con las aguas de un terremoto descomunal. ¡Ansío ya de mañana los dulces frutos de la noche que crece! La espontaneidad: gran privilegio del placer nocturno. ¿El quejar?: abandono envilecido, cresta y refugio de la malicia.

¡Yo blasfemo a los benditos, quienes lucen sus irrealidades!
¡Yo doy giros, golpes de puño en verbo, a los títeres falsos, a quienes creen encontrar la verdad en el punto máximo de la mentira!

¡Sonríe, mi amigo hermoso, flor romántica de la grandiosidad, amado, amada, todo ser de la existencia!, me dice entre silencios la Vida. ¿Que sonría?, le contesto: sonreír es el conformismo, el vil fingimiento por alguien sabido en derrota, ¡nunca la inmensa sinceridad de los Dioses bendecidos!

¡No llores, amor de los ángeles diablos!, insiste ahora la Muerte, que el maíz al igual que el trigo y el ser, nacerán con su forma, con su forma de amor, con la apariencia que a las almas roba sus ojos.

1 comentario:

Carlos Mal dijo...

Vaya, vaya... yo recuerdo que a tu edad yo escribía unas idioteces increíbles. Qué bune nivel, che! Ni digas tu edad, para que los idiotas prejuiciosos como yo no se hagan la idea de "escribe bien para su edad"...